Dos tesis se oponen con respecto al crecimiento de la población
mundial: para unos, el planeta ha alcanzado sus límites y la
superpoblación nos llevará a la catástrofe; para los otros, más que el número,
son los hábitos de consumo lo que constituyen un riesgo.
GRUPO A
Reducir la población para facer frente a lo
inevitable
Aparece
cada vez más claramente que la viabilidad de la civilización, a largo plazo,
necesitará no sólo de una estabilización del número de seres humanos, sino
también de una reducción colosal de la población y del consumo al mismo tiempo.
Estimaciones
científicas prudentes, y cada vez más fiables, dejan entender que la capacidad
de la Tierra, a largo plazo, para sustentar con un nivel de vida que podría ser
definido como “moderadamente confortable” según los estándares de los países
desarrollados, podría no sobrepasar los dos mi o tres mil millones de seres
humanos.
Un población óptima de 2 a 3 mil millones (a partir
del siglo XXIII)
La
especie humana debe desarrollar, y rápidamente aplicar, programas bien
concebidos, claramente articulados, flexibles, equitativos y coordinados a
nivel internacional, para reducir la población humana de forma significativa en
los dos próximos siglos o más. Este esfuerzo exigirá, probablemente, una
reducción de la población mundial de al menos de dos tercios a tres cuartos de
los 9 o 10 mil millones previstos para la segunda mitad del siglo XXI.
Los
riesgos de un punto muerto ecológico
Un cambio
demográfico de esta amplitud necesitará de una reorientación muy importante del
pensamiento, de los valores, de las esperanzas y de los modos de vida de la
humanidad. No hay garantías de éxito para un programa de este tipo. Pero si la
humanidad fracasa en su tentativa, la naturaleza impondrá con seguridad una
realidad aún más dura. En tanto que antropólogo, temo que esta crisis
demográfica y medioambiental no se rebele como el mayor punto muerto jamás
encontrado por nuestra especie.
Los
límites del planeta
La humanidad debe reconocer que la capacidad máxima de la
Tierra tiene límites físicos, biológicos y ecológicos finitos. Y, si juzgamos
por las inquietudes grandilocuentes sobre el mantenimientos de la calidad, de
la estabilidad y o de la durabilidad de la atmósfera, del agua de los bosques,
de las tierras agrícolas, de las zonas pesqueras y de otros muchos aspectos
sobre el planeta, hay pocas dudas en cuanto al hecho de que muchos de estos límites
se alcanzarán pronto, si es que no han sido ya sobrepasados.
En la
medida en que los perjuicios causados por una reproducción humana excesiva y el
superconsumo podrían provocar una penuria irreversible de ciertos recursos,
sería preferible para nuestra especie elegir la prudencia.
Artículo de Kenneth Smail, profesor emérito del departamento de antropología del Kenyon collage en
Gambier, Estado de Ohio (USA); inicialmente aparecido en World Watch Magazine.
Septiembre-octubre de 2004
INSTRUCCIONES
- Presentar al experto
- ¿Cuáles son las inquietudes ligadas al crecimiento de la población mundial?
- ¿Cuáles serían las consecuencias de una no aplicación de los programas destinados a reducir la población?
GRUPO B
El problema
no viene de la población sino del consumo
Las previsiones relativas a la población son
frecuentemente desmentidas por los hechos. ¿La demografía está condenada a
equivocarse?
No se trata de predicción sino de proyección. Los demógrafos
no creen que se vayan a concretar. Son posibilidades que tiene una utilidad política.
Alfred Sauvy,
el demógrafo francés, decía que es preciso “preveer para no ver”. Dicho de otra
forma, las predicciones sirven para anos alertarnos. Indican lo que arriesgamos
si el ser humano no actúa y permiten, por lo tanto, modificar los
comportamientos.
En los años 70, se temía una explosión demográfica. Pero
algunos años después las proyecciones de las Naciones Unidas se han orientado a
la baja. ¿Por qué?
En
principio, hace falta precisar que este temor a una explosión demográfica es un
fenómeno reciente que remonta a los momentos inmediatamente posteriores a la II
Guerra Mundial. Históricamente, se ha temido más bien launa despoblación que el
crecimiento.
Estas
proyecciones al alza culminaron en los
años 1970 en las que se preveía una producción de 12 mil millones de individuos
en 2100. Pero, según las proyecciones actuales, esta cifra debería alcanzar 9,2
mil millones en 2050.
Esto se debe
a que no se había tenido en cuenta la rapidez en el descenso de la fecundidad,
sobre todo en los países en desarrollo. En un país como Túnez, la fecundidad se
sitúa hoy por debajo de dos hijos por
mujer.
¿Es necesario alegrarse por estas proyecciones a la baja?
No hay ni
que alegrarse ni que lamentarse; solo
podemos constatar el hecho. Comentarlos significaría aportar un juicio de tipo
moral sobre la cifras. Lo que supone un problema en cambio, son las formas de
consumir.
Los países
del Sur tienen cada vez más tendencia a adoptar el idéntico modelo de los
Estados Unidos, lo que es muy inquietante para el futuro. Esto parece dar la razón
a aquellos que, hace una treintena de años, acusaban a la población de ser
responsable de todos los males.
Pero la población no es el problema en sí mismo, pero es un
factor multiplicativo. El verdadero desafío, es cambiar el modo de consumo de
los países ricos.
Entrevista con Hervé Le Bras; Éste es un demógrafo, director de estudios en
e Instituto de estudios demográficos (INED) y profesor en la Escuela de altos
estudios en ciencias sociales (EHESS).
INSTRUCCIONES
- Presentar al experto.
- ¿Qué análisis hace de la evolución del crecimiento demográfico?
- ¿Cuál es el problema que denuncia? ¿Por qué resulta una amenaza para el futuro?
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